miércoles, 10 de diciembre de 2008

TRANSFORMACIÓN

De noche, todo el peso de mis temores, penas, dudas cae sobre mí. Me convierto en un ser indefenso y desdichado. Puedo oírme, sentirme, conocerme. Puedo pensar. Ya no soy más una pieza, una parte de algo. Estoy en una pequeña isla, mi isla, en la que comparto la soledad conmigo misma. Todo se ve tan claro, todo tiene más sentido, todo es más humano. Soy yo, aunque distorsionada, pero yo.


De día, soy de nuevo, la parte de ese algo. El primer segundo, soy consciente de lo que en la noche me cubrió; al segundo, ya no tanto; al tercero, sin rastro alguno de lo que fui. Ya no siento, hago. Se fortalece mi ser con el alimento de la inconsciencia, del olvido de los temores, penas, dudas. Ya no puedo oírme. No puedo pensar. Hago lo que tengo que hacer, lo que se "debe" hacer. No soy yo, no soy nada.


Condenada a esta transformación ¿Acaso hay tiempo para repararse? ¿Hay fuerzas para cambiar de rumbo? ¿Se puede ir contra la corriente y vivir para contarla? Demasiadas preguntas y muy pocas respuestas. Demasiadas trabas y muy pocas salidas. Y el paso de los años borrara mis ganas de ir contra corriente porque para mí, muchas veces, ser adulto es sinónimo de conformismo. Al final, uno llega a la madurez y esta es acallar a tus voces interiores y aceptar la vida "como es".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces pienso que crecer fue lo que me ha pasado.

Y sin embargo, aún cargo con mi humanidad.

Unknown dijo...

No creo que llegues a ser un número que viene y va...
madurez es sentir que todo lo vivido se empoza en el alma, parafraseando al poeta...